Las reglas del fútbol

Reconozcámoslo, estamos jugando a un deporte con más de cien años de historia que no ha sufrido casi cambio alguno desde el día de su nacimiento.

Las tarjetas, el fuera de juego, los tres árbitros, los cambios, la cesión... Casi se cuentan con los dedos de una mano todas las evoluciones que ha habido en el juego durante el último siglo y pico. La pregunta más evidente es... ¿Es suficiente? Sinceramente, amigos lectores, yo creo que NO.

Vamos a partir de la base de que estamos hablando de fútbol al más alto nivel. Al igual que no hay un marcador en un partido de baloncesto de chavales en un colegio, tampoco vamos a pedir que se implementen cambios dramáticos a todas las escalas en el fútbol. Sin embargo, en los partidos en que se está jugando el todo o la nada de una liga, una copa o un mundial, resulta hasta inexplicable que, a día de hoy, todo dependa de un señor con un silbato y sea tan sencillo retorcer sus reglas para lograr ventaja y desvirtuar la competición.

Sobre todo, porque alguno de esos posibles cambios son tan sencillos de implementar, que da hasta miedo que no se lleven usando más de cincuenta años. Otros, por supuesto, no. ¿Les echamos un vistazo? ¡Vamos a ello!

"A ver qué me vas a tocar, que yo reparto como el cartero en Lunes". Tranquilo, Zlatan, dame una oportunidad :S

Fueras de juego, goles fantasma y balones en la línea, en general.

Venga ya. Tenemos cuatrocientas cámaras, docientos comentaristas, miles de analistas deportivos, cien mil espectadores en el campo y millones por TV, y la decisión sobre si un señor está adelantado o no, la toman tres pobres diablos armados con pitos y banderas. Es decir: Yo me puedo ir sin saber el camino de mi casa a Burkina Faso con la ayuda de un simple teléfono móvil con GPS, pero no hay tecnología suficiente para diagnosticar al milímetro un fuera de juego, un saque de banda o un gol que no entra. Vamos, no me joroben. Que esto va de poner cuatro sensores mal contados en las líneas, el balón y en los jugadores. Hoy en día podemos saber las pulsaciones de todo futbolista por partido, acoplarles micrófonos... Hasta cámaras, casi. Pero no podemos saber si está por delante de otro. Inaudito.

¿Dentro? ¿Fuera? ¿Depende del orujo de la sobremesa de quien usa la máquina de la cal?

Repetición de las jugadas polémicas.

En el baloncesto hay una mesa; en el fútbol americano, se para el juego... Por Dios, estamos en pleno siglo XXI y resulta que en cada partido, el que peor ve lo que ha pasado en el campo es el tío que tiene que decidir sobre ello. Toda la audiencia ya sabe si ha sido penalty, mano, piscinazo y/o cuento y el árbitro tiene su buena vista y un "poderoso" walkie-talkie a lo Madonna para decidir si un equipo gana la Champions o no.

Solo con el tiempo que pierden los jugadores en hacer teatro, protestar, rodear al "trencilla" de turno y rodar por el suelo, da tiempo a ver sesenta repeticiones en vídeo. Y alguno se preguntará: ¿Y quién es el listo que las ve? Pues, miren, si se aplica la anterior medida que mencionábamos, los jueces de línea se quedan sin trabajo, así que. ¿No son más útiles con una TV delante?


Cronómetro parado.

Llega el minuto 80. El equipo local se pone 1-0 y sabes que se acabó el partido. De repente a todo el mundo le dan tirones, se lesiona, se le tuercen las medias o se le corre la sombra de ojos. Los recogepelotas se vuelven idiotas y los porteros parecen Rafa Nadal para sacar de puerta. Total que de diez minutos, se juegan 30 segundos... Que se van en cambios.

Me saca absolutamente de quicio, amigos lectores. Un partido tiene que durar lo que está estipulado en el reglamento, no "90 minutos, menos los que se pierda el tiempo". Es terrible que se estrujen así las normas, sabiendo que si cambias ganarte una amarilla por perder 30 segundos, merece la pena al final de un partido que vas ganando. ¿Y cómo solucionamos esto? ¿Añadiendo diez minutos más de descuento?

No, simplemente, parando el cronómetro. Lo que ya se hace, por ejemplo, en el fútbol-sala y se ve mucho fútbol y pocas marrullerías. Como la siguiente pregunta es: ¿Cuánto dura un partido entonces? La respuesta es: "30 minutos, parando el cronómetro cuando haya interrupciones". Las estadísticas demuestran que, de media, el tiempo de juego efectivo ronda esa cifra, pues pongámoslo en práctica. Dediquémonos a jugar lo que se tiene que jugar, y lo del teatro lo dejamos para otro tipo de espectáculo.

¿El balón? Si me da una pista de cómo es...

Tarjeta roja es expulsión y uno menos.

Me niego. No te puedes "cargar" un partido en el minuto 1 (y mira que hay ejemplos), porque a un cafre se le vaya la "olla". Evidentemente, alguien que hace algo de roja (o doble amarilla), debe ser inmediatamente castigado, impedirle jugar más y que tenga repercusión en su equipo. Pero en su equipo, no en el espectáculo. ¿Y cómo arreglamos esto? Aquí va mi propuesta:

- Jugador con tarjeta roja: Expulsado del campo. Se tiene que ir, pero se permite la entrada de otro jugador por él. Asimismo, evidentemente, se permite el cambio para el equipo perjudicado, si así lo estima oportuno.

- Penalty en contra del equipo infractor: Te habré dejado con once en el campo, pero no te vas a ir de rositas. El equipo perjudicado tira un penalty. Es lo que hay, haberte pensado la expulsión.

Esto, para mí, es favorecer el espectáculo. Lo otro es convertir un partidazo en un frontón. Y es verdad que a veces hay épica en ello, pero por cada una, hay otras quince que vemos "el paredón del once contra diez".


Límite de cambios.

Y yo me pregunto, si vamos a parar el tiempo, ¿por qué no permitir que Cr7 o Messi salgan diez minutos, descansen, reciban órdenes de su entrenador y vuelvan al campo? ¿Por qué no permitir que en una prórroga pueda haber gente de refresco que eleve el nivel de juego sin que todo sea una suerte de gente arrastrándose y acalambrada? Es más, en el fútbol-sala, los cambios no llevan toda la ceremonia rocambolesca de su hermano mayor, con el jugador haciéndose el tonto, el paseíllo por todo el campo, los aplausos a la grada... Ni siquiera se avisa al árbitro. Simplemente cuando el balón está parado, se puede hacer un cambio. Con que el cuarto árbitro controle que hay once en el campo y que ninguno es "ilegal", sería suficiente para que el fútbol fuera mucho más fluido. No puede ser que se persiga esto con la regla de la cesión al portero, y luego paremos el partido para que un tío se haga andando 90 metros mientras 21 le miran.

Pues bien, éstas son las propuestas que, desde hace tiempo, creo que mejorarían mucho nuestro deporte favorito, aunque les confieso que me dejo lo mejor para el final: La respuesta a aquellos que, al leer todo esto, me saldrán con el argumento de moda: "Es que la salsa del fútbol es la picaresca".

Miren, no se lo compro. Y para no extenderme más, voy a acogerme al dicho de "una imagen vale más que mil palabras".

Esto es para ellos dicha "salsa".



Esto es lo que es, para mí


Por mi parte, no hay nada más que añadir.

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